Durante muchos años el derecho al asilo era ejercido mayoritariamente por hombres. Dentro de la cultura patriarcal que nos atraviesa, los protagonistas de las persecuciones siempre fueron hombres. Las mujeres eran meras acompañantes o victimas colaterales de los conflictos. 

El avance del feminismo muchas veces es percibido como lento, incompleto y poco visible. Sin embargo se puede constatar en la mirada sobre el asilo como va avanzando y cambiando los antiguos roles por otros mucho más realistas. Las mujeres ya son la mitad de la población solicitante de asilo en Europa. Eso no significa que en un sistema de asilo como el europeo, profundamente injusto, las mujeres lo tengan más fácil. De hecho no hay estadísticas sobre causas de asilo por sexos o procedencia, ni otros datos estadísticos que puedan arrojar algo de luz sobre la situación de violencia que sufren las mujeres antes, durante y después en sus periplos migratorios en busca del amparo que merecen.

Por mi experiencia de trabajo puedo aportar algún dato sin valor estadístico por la insuficiencia de la muestra, que habla de que un 45 % de las mujeres que se atienden en los Programas de Protección Internacional denuncian Violencia de Género, o sería más exacto hablar de violencias. Porque cuando hablamos de Violencia de Género todas pensamos en violencia física de una pareja o ex pareja y eso es quedarse muy corta.  

Las múltiples violencias que soportan las mujeres migrantes y / o solicitantes de asilo empiezan por nacer mujer y las acompañan toda la vida. En los países de origen incluyen Mutilación Genital, imposición de roles de género discriminatorios, como falta de acceso a salud, educación y el  sometimiento al hombre que se perpetúa a través de matrimonios forzados. Luego llega la violencia sexual y la imposibilidad de decidir sobre su vida, su maternidad, su placer.

Durante los viajes migratorios las mujeres quedan muy expuestas a redes de trata de las que no es fácil salir y que actúan con impunidad a nivel mundial ya que el tráfico de mujeres es una actividad que genera enormes beneficios y poder.

 Y cuando las mujeres llegan a liberarse de todas estas amenazas llega el reto de conseguir ser escuchadas y que a sus testimonios se les de la misma veracidad que a los de los hombres. En esa lucha estamos, para eso es muy importante crear una red de complicidad con las mujeres, de confianza para ir construyendo y venciendo el miedo hasta alcanzar la plena autonomía. Más allá del acompañamiento técnico y jurídico especializado, necesario en estos procesos, se necesitan espacios de reconstrucción personal porque en la “Europa de las oportunidades” las mujeres siguen expuestas a múltiples violencias, tan estructurales como las que sufrían en sus países de origen. Solo hay que ver los datos de pobreza en España, violencia de género, acceso a empleo y diferencias de salario por sexos para constatar que eso es así.

La Red Aminata es una red de confianza, de apoyo, de cuidados compartidos para reconstruir cuerpos y almas, para la libertad.  Aminata Souko sabe, conoce, ha transitado por muchos de estos lugares y su capacidad de resiliencia no tiene límites. Y pone todo su conocimiento y sororidad al servicio de todas las que quieran emprender este camino. 

Este 25 de Noviembre de 2020 las mujeres migrantes victimas de todas las violencias por ser mujer están menos solas, están más cerca de tener una voz que sea escuchada y reivindicada. Empezaba este texto denunciando la invisibilidad de las mujeres migrantes y solicitantes de asilo en su realidad y lo termino con la certeza de que hoy mis hermanas están más presentes de lo que lo han estado nunca.

Mercedes Bonet Linares

Trabajadora Social y socia de Djò Aminata